BOLIVAR Y SU LLEGADA A
ESPAÑA
(09)
Cuando el Barco “San Ildefonso” salió
de la habana, en lugar de dirigirse por la frecuente ruta del Atlántico, rumbo a
los acostumbrados puertos de Andalucía, puso en cambio rumbo al Norte, hasta
Terranova, siguió una ruta desacostumbrada, es decir el navío paso por tierra
de los antepasados de Bolívar, con la finalidad de burlar la vigilancia de los navíos ingleses. Entonces se dirigió al
puerto de Vizcaya, de donde salió rumbo
al Nuevo Mundo, el primer Simón Bolívar, dos siglos y medio antes. Felizmente el
buque “San Idelfonso” toco tierra española, sin haber tenido ningún enfrentamiento
con los ingleses, y pudo Bolívar desembarcar en Santoña, donde paso por tierra
a Bilbao, y luego a Madrid. Después de dos siglos y medio, un descendiente de
los Bolívar, pisaba tierra vizcaína, se le considera a esto una inexplicable
casualidad.
España vivía en ese entonces una gran decadencia, había una relajación moral
muy grande en las altas esferas de la Corona, Carlos IV era un Rey inepto,
apoltronado, demasiado cómodo y complaciente con su esposa, se llamaba MARIA
LUISA DE PARMA, tenía ella alrededor de los 50 años y era demasiado coqueta, liviana, y se
le atribuían numerosas aventuras con galanes de la corte. El Rey se lo pasaba
de cacería, y el gobierno estaba en manos de favoritos, cuya política caprichosa metió a España en
largas guerras, primero con la Francia Revolucionaria y después con la potencia
naval de los ingleses.
La España de la época a los ojos
de Bolívar, esta monarquía decadente no inspiraba respeto, nada la hacía digna
de veneración, aquello era una parodia de realeza, y se encontraba en plena
crisis, dl estuvo en Madrid más o menos durante tres años, allí formo su
intelecto y se cultivó espiritualmente.
Su tío Esteban era amigo de
Manuel Mallo, a quien se le tildaba de amante de la reina. Su tío lo introdujo
en la Corte de Aranjuez, y el muchacho vio con sus propios ojos el ambiente, el solía acompañar a Malló a las visitas que hacía
a la Corona, al ambiente que en el fondo Bolívar repudiaba, y en algunas
ocasiones incluso fue testigo de las depravaciones de la Reina, María Luisa,
ella era liberal con su favorito, cuya mesa era servida de las cocinas reales,
si algún plato le gustaba a la reina, se lo mandaba a servir a Mallo, y con
frecuencia entraba a los aposentos de Mallo cuando Bolívar se encontraba en
ellos, semejante muestra de falta de decoro, no inspiraba el respeto del caso. El
espectáculo era triste y vergonzoso, pero al tío Esteban le encantaba moverse
en la corte y pensó conseguirle a Bolívar un cargo diplomático de caballero de
la embajada en la corte, para hacer de Bolívar, un joven elegante y mundano.
En una carta escrita por el tío
Esteban al tío Carlos, le relata las clases que se le impartían a Bolívar: “En
la mañana recibe clases de Francés, danza, esgrima, en la tarde toma lecciones
de matemáticas, inglés y equitación” también escribió; “esta adelantado en el
escribir, en los bailes, y en el estudio de la lengua castellana, y se está
preparando en el idioma francés y en las matemáticas” esta sujeto y tiene buena
conducta.
Durante ese tiempo que bolívar compartió en la corte española, se
cuenta y es famosa, la anécdota de la
gorra del príncipe, esta es una anécdota de uno de los primeros biógrafos de Bolívar,
Don Felipe Larrazábal, basado en las memorias recogidas de Tomas Cipriano de
Mosquera, Arístides Rojas hizo eco de ella, y Mancini y Ludwig la comentan con
especial agrado. El caso es que se encontraba Bolívar jugando con el Príncipe de Asturias Fernando VII; en Aranjuez, jugando la raqueta, y Bolívar le
dio con el volante en la cabeza y le quito la gorra al príncipe, él se molestó,
pero la Reina, que sentía aprecio por Bolívar y esto le permitía estar en
sitios con relativa confianza, le obligo
a su hijo a continuar el juego.
Tal accidente se le considera históricamente
como un presagio de que más tarde sería Bolívar quien le quitaría al Rey la más
preciada joya de su corona. Las Colonias de América.
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