lunes, 6 de abril de 2020

BOLIVAR Y LA MUERTE DE SU MADRE (05)


MUERTE DE LA MADRE DE SIMÓN BOLÍVAR

(5)

Fue en el año de 1.792,  comenzó para nuestro Libertador una época enmarcada dentro de la gran tristeza, contraponiendose a la infancia alegre y risueña.  Las dos hermanas del Libertador contrajeron matrimonio tempranamente,  la negra Hipólita, su nodriza se  marchó de su lado, se presume que se fue a vivir con su hermana mayor: María Antonia.
El afectuoso Tío Esteban se marchó a Madrid. El abuelo Don Feliciano murió en 1.793, y con esta muerte, muere para nuestro libertador el último refugio de cariño domestico que le quedaba ya que incluso su hermano Juan Vicente, se fue a vivir con su tutor Don Juan Félix Palacios y Blanco.
Quedo nuestro Libertador, próximo a cumplir los nueve años, solo, no contaba a tan corta edad, de una mano afectuosa, o consejo oportuno que lo reconfortara en momentos de angustia, el quedo prácticamente al cuido de la servidumbre, confiado a la desdeñosa vigilancia de su tío Don Carlos Palacios y  Blanco,  hombre solterón,  apático e indiferente para con su sobrino, quien se ausentaba largas temporadas de Caracas, pues se iba a dirigir las actividades agrícolas de las haciendas de la familia,  y el tutor Don Esteban, su padrino.
El pidió irse a España con el resto de su familia, pero en ese momento las travesías entre los países no eran seguras, pues España estaba en guerra con Inglaterra, además Don Esteban (su padrino) carecía de la holgura económica  para ese entonces y no tenía casa en España.
Rodeado de tanta indiferencia afectiva, en el año de 1795 tomo la decisión de irse de la  casa de su indiferente tío, y se fue a casa de su hermana María Antonia, quien era una joven casada con otro joven Don Pablo Clemente y Francia, tal acontecimiento dio origen a un sonado pleito judicial ventilado por un lado, entre Don Carlos como tutor del niño y por el otro lado con los Bolívar y Clemente,  quienes deseaban cuidar al niño con más esmero y dedicación. Hubo acusaciones hirientes de lado y lado, eso cursa en el expediente que se llevó en el caso por ante la Real Audiencia de Caracas, y al final, Don Carlos manifestó la intención de colocar a Don Simón en calidad de interno en casa del para entonces connotado maestro, dedicado a la enseñanza,  probo, digno y muy respetado, Don Simón Rodríguez, y así fue que el tío Don Carlos, gano el juicio. El tribunal sentenció a favor del tío con esa condición, además que la ley lo favorecía por su condición de tutor, y con respecto a su hermana mayor a pesar de la cercanía y su parentesco, el tribunal no los considero aptos para ejercer la guardia y custodia del menor, pues los considero  además demasiado jóvenes y sin experiencia para el cuido del  menor.
Obtenida la decisión, Bolívar se negó a irse con su tío Don Carlos,  dada la frialdad en la que vivía en esa casa, y la pesadez del ambiente, donde no tenía la más mínima muestra de cariño y distracción, y entonces el propio niño manifestó (palabras mas palabras menos) ante el tribunal que: “LOS MAGISTRADOS NO PODÍAN OBLIGARME A VIVIR EN CASA DE MI TUTOR, QUE LOS TRIBUNALES DISPONGAN  DE MIS BIENES COMO CONSIDEREN, Y HAGAN  CON ELLOS LO QUE QUIERAN PERO SOBRE MI  PERSONA NO PUEDEN DECIDIR,   LOS ESCLAVOS PUEDEN DECIDIR A QUÉ AMO SERVIR, PERO  A MI  NO SE ME PUEDE NEGAR  EL DERECHO A VIVIR EN LA CASA QUE FUERE DE MI AGRADO” 
Ya demostraba a tan corta edad, nuestro Libertador,  esa claridad de juicio, y la energía que siempre le acompañaría por el resto de su vida. Allí ya demostraba a tan corta edad, su desenfado ante las personas mayores, y sus respuestas de tan impresionante madurez. No obstante, a las nueve de la noche, Don Carlos haciendo uso de la fuerza, y acompañado de  las autoridades,  hizo que arrancaran  al menor de los brazos de su hermana, y nuestro Libertador Simón Bolívar a los 9 años, fue llevado obligado al internado sugerido por Don Carlos. Por supuesto Simón Bolívar escapó de allí, y esto colocó en aprietos a  Don Simón Rodríguez. El Obispo, lo hizo retornar al internado, y lo entrego al azorado maestro quien inteligentemente no lo reprendió por la fuga. Pero el tribunal en virtud de lo acontecido, sacó una decisión de fecha Agosto 14 de 1795, donde conminaba de “manera obligatoria al menor a estudiar, a recibir las lecciones de parte del maestro Don Simón Rodríguez, quedando prevenido de no poder salir a ningún sitio sin permiso y compañía  del maestro, y que por la vía del recreo, el maestro podía autorizarlo a ir a una que otra fiesta, o a casa de sus parientes, recogiéndose al toque de las oraciones” y prácticamente sumieron a nuestro Libertador en un régimen  y disciplina casi  claustral,  correspondiendo al maestro rectificar las costumbres del menor hasta hacerlo un ciudadano distinguido como correspondía a  un miembro su elevada  clase social.
Se observa cuan exigente era la  crianza y educación para ese entonces, y el mencionado documento fue firmado no solamente por los jueces, sino por el maestro y el pupilo Don Simón Bolívar. Donde Don Simón Rodríguez se comprometía no solo como maestro, sino como acompañante de Don Simón Bolívar,  y fue el quien se encargó de vigilar la conducta del futuro Libertador de nuestra patria, fue prácticamente el “ayo” de nuestro Simón Bolívar, quien con su comprensión y tolerancia se  supo ganar el afecto y el respeto de ese niño, y a cambio le ofreció su cariño, tolerancia e inteligencia,  y paso a llenar de alguna manera ese vacío que le dejo en su corazón la muerte de sus padres a tan temprana edad. Comenzó junto a su maestro, a recorrer la senda del estudio, y la formación intelectual, durante  esos tres años siguientes de 1795 a 1798,  casi no se tiene información acerca de la vida de Bolívar.






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